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¿Estrategias, algoritmos, técnicas o procedimientos?...


Casi a diario recibo publicaciones, imágenes o comentarios que me envían amigos y compañeros (en especial, por el omnipresente whatsapp), sobre temas relacionados con las matemáticas.

Hace dos días recibí una imagen (de la que desconozco la procedencia) de un compañero con el respectivo mensaje “¿Qué te parece?...”, y si bien al principio no consideré que pudiera ser algo mínimamente interesante, me di cuenta de un error demasiado extendido y que parece asumido en el ámbito de la enseñanza matemática.

Cuando corregimos ejercicios, exámenes o trabajos de los alumnos, es normal (y deseable) corregir errores ortográficos; y en casi todos los casos, derivan en la típica perdida de puntuación (con la sempiterna queja callada del alumno, que no entiende porque le quitan puntos por un acento en un examen de matemáticas).

Por ese rigor, tan necesario en matemáticas, he considerado que debía aclarar algunos errores comunes entre el profesorado, que aunque están relacionados con el lenguaje y se asumen cómo normales, no dejan de ser preocupantes.

El uso habitual de los términos “Estrategia”, “Algoritmo”, “Técnica” y “Procedimiento” en textos escolares, trabajos y ejercicios, hace que nos hayamos acostumbrado a encontrarlos en contextos y significados que no les corresponde.

La imagen en cuestión es la siguiente:

En la imagen, se puede ver que se solicita al alumno que use las “estrategias” que conoce para resolver unas multiplicaciones. Para casi todos los docentes de primaria (y algunos que no son de primaria) es una forma correcta de expresarse. Pero desgraciadamente no es así, y menos aun cuando se considera que las respuestas del alumno son correctas respecto a lo que se solicita.

Dudo que sea un ejercicio o examen de primaria; pues la letra no corresponde a la que puede ser normal de un alumno de esa edad; por lo que creo que puede ser de un ámbito universitario o de capacitación docente. Eso hace que sea más grave, ya que hará que estos errores se extiendan en el tiempo.

Lo primero, y para intentar ser riguroso, buscaremos la definición de cada uno de los términos:

1º.- “Estrategia”: En el ámbito matemático. “En un proceso regulable, conjunto de reglas que aseguran una decisión optima en cada momento”.

2º.- “Algoritmo”: “Conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema”.

3º.- “Técnica”: “Conjunto de procedimientos y recursos de que se sirve una ciencia”.

4º.- “Procedimiento”: “Método de ejecutar algunas cosas”.

En nuestra web, hay un curso que denominamos “Estrategias de enseñanza matemática con Método Singapur®”. Siguiendo este curso cómo ejemplo, cada una de las “técnicas” o “algoritmos” que enseñamos, al igual que los “consejos” o “normas” de cada lección, compondrían la “estrategia” para enseñar los “conceptos” y “operaciones” a los alumnos. Eso es una estrategia, y no cada una de esas técnicas o algoritmos. La forma de hacer (método), y sus características particulares compondrían el “procedimiento” de aplicación.

Llamar “estrategia” al algoritmo clásico, o a cada una de las otras técnicas y algoritmos es pervertir su significado. Algo, que con casi toda probabilidad, seguramente se usa porque el término “estrategia” es más atractivo, vendible o innovador que “algoritmo” o “técnica”.

Hace un tiempo, tuve una reunión/presentación con un autodenominado “grupo de expertos” en didáctica de las matemáticas; “grupo de sinergias” se llamaba, para resultar más pedante. La falta de rigor en los términos que usaban, y su autocomplacencia resultaba lamentable, especialmente cuando estaba compuesto por personas que debían marcar el camino para enseñar a nuestros alumnos, y en su mayoría no han pisado un aula con niños. Es un problema, que expone con mucho acierto Javier Bernabeu, en el artículo de su blog titulado “Profe, ¿eres maestro?...” (os dejo el link. http://profebernabeu.com/toc-toc-profe-eres-maestro/ ).

El rigor que precisan las matemáticas, debe ser algo que debemos trasladar al lenguaje que usamos en su enseñanza. Más aún, si estamos enseñando a futuros docentes. Para alguien que transmite lo que sabe, y que aprende de los que enseñan, los avances útiles estarán siempre en equipos multidisciplinares, y no en los “gurus” de la educación.

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